Los fraudes más comunes contra el Estatuto de los Trabajadores en España

Multas irrisorias, inspecciones insuficientes y derechos vulnerados: radiografía de un sistema que castiga al trabajador y premia al infractor
Horas extra sin pagar, jornadas que revientan los límites legales
Uno de los fraudes más habituales es el de las horas extraordinarias. Muchas empresas exigen a su plantilla trabajar por encima de la jornada legal (generalmente 40 horas semanales) sin pagar ni cotizar esas horas, o compensarlas en negro.
En 2024, la Inspección de Trabajo impuso más de 20 millones de euros en sanciones por infracciones relacionadas con la jornada y el registro horario, detectando más de 13.600 incumplimientos que afectaban a casi 180.000 trabajadores.
La trampa es sencilla: falsear los registros de entrada/salida, meter presión para “echar un rato más” o prometer días de descanso que nunca llegan. Todo ello, contra lo que marca el Estatuto (art. 34 y 35).
Falsos autónomos y la cultura del “aquí te buscas la vida”
La figura del falso autónomo ha sido uno de los grandes fraudes de la última década. Empresas que deberían contratar a sus trabajadores como asalariados (con derechos, vacaciones y cotización) los obligan a darse de alta como autónomos, trasladando todo el riesgo y la precariedad al empleado.
El caso de Glovo es paradigmático: la empresa fue sancionada con más de 200 millones de euros y se le detectaron más de 37.000 repartidores que trabajaban bajo falsas condiciones de autónomo.
Todo ello, en contra de lo que establece el Estatuto y el sentido común.
Becarios y prácticas en fraude: mano de obra gratis
Otra modalidad de abuso es el uso de becarios y personas en prácticas para cubrir puestos estructurales, sin salario ni cotización real.
Decenas de miles de jóvenes han sido utilizados como mano de obra barata con la promesa de experiencia, pero sin derechos.
Por este motivo, el Gobierno ha impulsado el Estatuto del Becario, endureciendo las sanciones y limitando el uso de prácticas no remuneradas.
El objetivo: acabar con la “trampa” del aprendizaje que en realidad es explotación laboral.
Contratos temporales encadenados, abuso de la eventualidad y despidos exprés
Aunque la última reforma laboral limitó el uso de la temporalidad, siguen existiendo miles de contratos en fraude de ley: empleados que encadenan contratos eventuales sin causa justificada, o que son despedidos y vueltos a contratar para eludir la conversión a indefinido.
El resultado: precariedad crónica y miedo constante a perder el empleo, en flagrante vulneración de lo que marca el Estatuto.
La Inspección de Trabajo: desbordada y sin recursos
Pese al aumento de sanciones, la realidad es que la Inspección de Trabajo no da abasto.
Cada año detecta decenas de miles de infracciones, pero sólo llega a una parte mínima del total real.
El resultado es una sensación de impunidad: para muchas empresas, el riesgo de multa es tan bajo que prefieren arriesgarse y seguir incumpliendo.
Reflexión crítica
Estamos asistiendo a un proceso de normalización del fraude laboral.
Si el Estatuto de los Trabajadores se convierte en papel mojado, lo que está en juego no es sólo el salario o el horario, sino la dignidad misma de la persona que trabaja.
La sociedad no puede permitir que el abuso se convierta en regla y la ley en simple adorno.
Urge una respuesta más firme: más medios para la Inspección, sanciones de verdad disuasorias y, sobre todo, conciencia social para no tolerar ni una trampa más.