Insulto racista y despido fulminante: el TSJ avala la expulsión

Dos palabras bastan: “puto negro” justifica la falta muy grave y el cese inmediato
¿Por qué ahora y no antes?
Una camarera de hostelería pronunció en voz alta “puto negro” refiriéndose a un compañero senegalés. El afectado ni lo oyó, pero dos compañeras sí y lo comunicaron a la dirección. La empresa aplicó despido disciplinario por falta muy grave. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (STSJ 08-04-2025, rec. 254/2025) confirma la sanción: el insulto racista vulnera la dignidad y basta para extinguir la relación laboral.
Esto va más allá de horas: va de dignidad
El tribunal subraya que no hubo broma, provocación ni ámbito privado. Fue un insulto consciente y discriminatorio. Que el camarero dijera “estoy acostumbrado” agrava la necesidad de cortar la conducta: no se puede normalizar el racismo en el trabajo.
¿Quién gana realmente con esta medida?
- La empresa: ejerce su potestad disciplinaria y protege un entorno libre de discriminación.
- El conjunto de la plantilla: se envía un mensaje de tolerancia cero.
- El trabajador ofendido: se reconoce su derecho a la dignidad, aunque no oyera la ofensa.
¿Y si tu empresa no lo cumple?
- El convenio de hostelería tipifica insultos como falta muy grave sancionable con despido.
- Ignorar un insulto racista puede implicar responsabilidad empresarial por vulneración de derechos fundamentales.
- Las víctimas pueden reclamar daños morales además de la sanción al infractor.
Lo importante, sin rodeos
- Un insulto racista basta para el despido si está previsto en convenio.
- No hace falta que la víctima lo escuche ni que haya publicidad.
- Los tribunales solo revisan si la sanción está dentro del abanico permitido.
Reflexión final
El racismo no es “broma de bar”. Es un ataque frontal a la dignidad laboral. La justicia avala el despido y marca un precedente: quien insulta por razones de raza, se va.
Trabajar con respeto es innegociable.