Lo mató el sistema: David Lafoz, símbolo del campo aragonés, se quita la vida a los 27 años

sábado, 12 de julio de 2025

Agotado por 18 horas de trabajo, la presión de Hacienda y el abandono institucional


Un grito desesperado desde el campo que nadie quiso escuchar

David Lafoz, joven agricultor de Belchite (Zaragoza), ha muerto con solo 27 años. Se quitó la vida tras meses denunciando en redes sociales una situación insoportable: jornadas de hasta 18 horas, inspecciones fiscales y laborales continuas, burocracia asfixiante y un abandono total por parte de las instituciones.
“No aguanto más”, escribió poco antes. Y nadie hizo nada.

No fue un caso aislado: fue la consecuencia de un modelo que destroza

David no heredó tierras. No venía de familia rica. Empezó de cero, con sus manos, su tractor y una fe inquebrantable en la tierra.
Manejaba maquinaria, sembraba, facturaba, cumplía con la legalidad y aún así, Hacienda lo exprimía como si fuera un evasor millonario.
Mientras él producía, los que se llenan la boca hablando de “soberanía alimentaria” le daban la espalda.

El Estado lo ignoró. Los medios callaron. La presión lo mató

David fue uno de los primeros en plantar cara desde dentro: llevó su tractor hasta la Aljafería en Zaragoza, símbolo de la lucha por un campo digno.
Luego, cuando la DANA arrasó Valencia, no dudó: se fue a ayudar, con su maquinaria y su tiempo, sin pedir nada a cambio.
El mismo Estado que no le ofreció ayuda, sí le envió inspecciones. El mismo país que ahora lo homenajea, no lo escuchó cuando suplicaba.

¿Cuánto vale la vida de quien alimenta este país?

Mientras unos se reparten cargos y poder en despachos alfombrados, otros como David trabajan sin descanso para que haya pan, fruta y aceite en las mesas.
Pero a ellos nadie los rescata, nadie los aplaude, nadie los protege. Solo reciben sanciones, multas y abandono.
Y cuando ya no pueden más, los despiden con homenajes vacíos que llegan demasiado tarde.

No fue un suicidio. Fue una ejecución a fuego lento

David no se fue. Lo fueron echando entre todos: Hacienda, la burocracia, el desprecio político y la indiferencia de un sistema que castiga al pequeño productor y premia al especulador.
El campo no puede más. Y quienes lo sostienen ya no gritan: ahora se apagan.

Desde AlertaTrabajo.com, sentimos la pérdida de David. Gritamos con rabia y exigimos justicia.
Su muerte no puede quedar en el olvido ni servir solo para una nota de prensa. Que su historia sirva para despertar conciencias.

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