Explotación laboral en Casty: denuncian turnos abusivos, festivos a 1 € y amenazas

Trabajadores acusan a la empresa y al Comité de Empresa de abandonarles en plena lucha por condiciones dignas
En Talavera La Nueva, los trabajadores de Casty han dicho basta. Medio centenar se concentraron a las puertas de la fábrica para denunciar condiciones indignas, poco después de que se aplazaran las jornadas de huelga. “Podrán parar huelgas, pero a nosotros no nos van a parar”, sentenció Alejandra, una trabajadora que se ha convertido en la voz de una plantilla de más de 300 personas.
Festivos a 1 € la hora y jornadas agotadoras
Alejandra lo explicó con ironía amarga:
“Dicen que nos encanta venir los sábados, los domingos, que estamos felices cobrando un euro bruto por hora en festivos. Pero lo único que pedimos es que nos paguen como dice la ley.”
Denuncian turnos nocturnos, jornadas en festivos y domingos y el trabajo en condiciones de penosidad por productos congelados sin compensación económica real. Reclaman lo que la ley marca: un salario justo y compensación por la dureza del trabajo.
Un Comité de Empresa que les ha “vendido”
La indignación no solo apunta a la dirección. El Comité de Empresa ha sido acusado de abandonarles y pactar a espaldas de la plantilla. En lugar de luchar por mejoras, según los trabajadores, se ha plegado a la empresa.
“Nos tratan como hormiguitas, nos aplastan con leyes y abogados. No entienden que hasta que esto no pare, el descontento no va a parar”, afirmó Alejandra. Denuncian incluso amenazas y un clima laboral asfixiante.
Desesperación y lucha que no cesa
Los cerca de 300 trabajadores afectados aseguran que no van a detenerse. “Estamos desesperados, angustiados y nadie nos ayuda. Pero nuestra voz nunca la van a callar y su reputación está en nuestra voz”, lanzó la portavoz, dirigiéndose a la empresa.
Reflexión final
La historia de Casty es la historia de demasiadas fábricas en España: plantillas explotadas, festivos y noches mal pagadas, y sindicatos que olvidan para quién trabajan.
Pero también es una lección: cuando la desesperación se convierte en unión, las voces de quienes producen no pueden silenciarse. Porque por mucho que quieran congelar la protesta, la dignidad laboral nunca se enfría.