Socorristas al límite: trabajan al sol, salvan vidas… y apenas llegan a fin de mes

Denuncian condiciones precarias, sueldos bajos, turnos extenuantes y falta de reconocimiento pese a su responsabilidad vital
Una labor crítica, con salarios indignos
Cada verano, miles de socorristas vigilan playas y piscinas en España. Salvan vidas, previenen accidentes y asumen una responsabilidad legal enorme. Pero detrás del silbato hay contratos temporales, jornadas extenuantes y sueldos que apenas alcanzan para vivir.
“Estás 10 horas al sol y te pagan 7 euros la hora”
Las denuncias se repiten: jornadas de más de 10 horas bajo el sol sin apenas descansos, falta de personal y contratos de apenas 2 meses. Muchos cobran menos de lo que marca el convenio (9,82 €/h) y hacen turnos sin relevo. Si enfermas, no hay quién te cubra.
Trabajan para el verano, viven en la incertidumbre
Más del 60 % de los socorristas tienen entre 18 y 25 años. Para muchos es un trabajo estacional, sin estabilidad ni derechos acumulables. Terminan agosto, y se van al paro o a buscar otro curro temporal.
Salarios que dependen del código postal
Mientras en Baleares pueden cobrar 1.800 €, en otras zonas apenas rozan el SMI. No hay una normativa estatal: cada comunidad exige un título distinto, fija ratios dispares y permite que haya socorristas cubriendo piscinas olímpicas… completamente solos.
Formación desigual, riesgo compartido
Los títulos van desde cursos privados de 80 horas hasta certificados profesionales. Y si algo sale mal, el socorrista puede enfrentarse a consecuencias penales: omisión de socorro o incluso homicidio imprudente. Pero, ¿quién les protege a ellos?
La indignación empieza a organizarse
En Ibiza colgaron pancartas: “Nos están ahogando”. En Euskadi piden equipararse con otros socorristas municipales. En varias regiones exigen que el Estado regule el sector, profesionalice la figura del socorrista y fije condiciones mínimas para evitar abusos.
Esto no es un trabajo de verano cualquiera
Los socorristas no solo vigilan: resucitan a ahogados, atienen golpes de calor, detectan abusos o evitan suicidios. Piden respeto, contrato digno y medios. Porque si ellos fallan, puede morir alguien. Y si ellos no aguantan, tú tampoco estarás seguro en el agua.