Un año de intoxicaciones sin respuesta en el Hospital de Toledo

El laboratorio de Anatomía Patológica del Hospital Universitario de Toledo cumple un año encadenando síntomas tóxicos entre su plantilla mientras sindicatos y administración se cruzan informes sin aclarar qué está enfermando a los profesionales.
Hace un año empezaron los episodios de intoxicación en los laboratorios del Hospital Universitario de Toledo: mareos, irritación de ojos y garganta, cefaleas o sangrados nasales entre el personal técnico y facultativo. El sindicato CSIF cifra en unos 400 los partes de incidencia y calcula que más del 80% de la plantilla ha sufrido síntomas compatibles con exposición a agentes tóxicos, mientras una treintena de profesionales llegó a causar baja en los primeros meses. La administración sanitaria sostiene que todas las mediciones ambientales realizadas hasta ahora son “negativas” y descartan riesgo para la plantilla, pero el origen del problema sigue sin identificarse y los retrasos en diagnósticos ya impactan en los pacientes.
Mientras los sindicatos piden soluciones urgentes y medidas de protección más contundentes, la administración insiste en que las mediciones no detectan sustancias peligrosas y que se han aplicado todas las actuaciones preventivas posibles. Entre medias, zonas del laboratorio han llegado a cerrarse, se han limitado ciertos productos químicos y aun así los síntomas continúan apareciendo.
Qué ha pasado en el laboratorio del Hospital de Toledo
Las primeras intoxicaciones se registraron a finales de noviembre de 2024 en el Laboratorio de Anatomía Patológica del Hospital Universitario de Toledo: dos trabajadores necesitaron atención sanitaria tras exponerse a una sustancia todavía no identificada. Pocos días después se acumularon decenas de partes por molestias respiratorias, faríngeas, oculares y cutáneas, y en diciembre los episodios se extendieron al personal de otros laboratorios adyacentes, como Genética, Microbiología, Hematología o Bioquímica.
En enero de 2025 una empresa externa detectó que se habían superado los valores límite ambientales de formaldehído, un compuesto químico usado en anatomía patológica y clasificado como cancerígeno. Hubo nuevas intoxicaciones en febrero a pesar del uso de equipos de protección individual, lo que obligó a revisar sistemas de ventilación, climatización y maquinaria, y a restringir productos de riesgo sin que hasta hoy se haya encontrado un foco claro.
Lo que denuncia CSIF: salud en riesgo y falta de respuestas
CSIF sostiene que los trabajadores siguen sufriendo síntomas compatibles con un efecto tóxico y que las medidas adoptadas han sido insuficientes para garantizar la salud en el puesto de trabajo. El sindicato ha presentado varias denuncias ante la Inspección de Trabajo y ha solicitado el cierre cautelar del laboratorio hasta que se descarte cualquier riesgo grave, petición que fue rechazada inicialmente por un juzgado pero que ahora está recurrida ante la Audiencia Provincial.
Además, critican que muchos de los episodios no se reconozcan como accidente de trabajo por parte de la mutua, que alega que no puede acreditarse el origen laboral de los síntomas. Resultado: profesionales que continúan acudiendo a su puesto pese a mareos, vómitos, irritación o hemorragias nasales, por miedo a quedarse sin cobertura ni baja laboral adecuada.
Lo que responde la administración sanitaria
La Consejería de Sanidad y el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha aseguran que, desde el principio, se han ido adoptando todas las medidas preventivas recomendadas: cierre temporal de áreas, restricciones en el uso de formaldehído, mejoras de ventilación, revisiones técnicas y mediciones periódicas en la zona.
Según la portavoz del Gobierno regional, todas las mediciones ambientales realizadas hasta la fecha son negativas, lo que les lleva a cuestionar que la situación sea “tan grave” como señalan los sindicatos. Aun así, ante la persistencia de los síntomas, técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear han realizado controles específicos para descartar riesgos radiológicos y se está a la espera de esos resultados.
Consecuencias para los pacientes: diagnósticos que llegan tarde
El conflicto no solo golpea a quienes trabajan en el laboratorio. La sobrecarga, las bajas y el miedo a enfermar también están teniendo impacto en la ciudadanía: citologías de cribado de cáncer de cuello de útero que se retrasan hasta ocho meses, biopsias que tardan medio año en informar y análisis anatomo-patológicos demorados varias semanas.
Cada mes que pasa sin localizar el origen de las intoxicaciones aumenta la sensación de abandono entre los profesionales y el riesgo de que pruebas diagnósticas clave lleguen demasiado tarde para parte de los pacientes.
Resumen del conflicto en el laboratorio del Hospital de Toledo
| Hecho clave | Quién lo señala | Por qué importa |
|---|---|---|
| Un año de episodios tóxicos en laboratorios del Hospital de Toledo. | CSIF y profesionales afectados. | Se cronifica un riesgo laboral sin causa identificada ni solución definitiva. |
| Cientos de partes de incidencia y numerosas bajas por síntomas compatibles con efecto tóxico. | Informes sindicales y partes de accidente laboral. | Posibles secuelas a medio y largo plazo, dudas sobre reconocimiento como accidente laboral. |
| Mediciones ambientales “negativas” según la administración. | Consejería de Sanidad y Sescam. | Choque frontal entre la experiencia de la plantilla y los datos oficiales, lo que genera desconfianza. |
| Retrasos importantes en pruebas diagnósticas. | Delegadas sindicales y profesionales del laboratorio. | Impacto directo en pacientes que esperan citologías, biopsias y otros análisis clave. |
Impacto directo en el trabajador
Para quienes trabajan en estos laboratorios, el conflicto no es una estadística: es entrar cada mañana a un espacio donde se han detectado síntomas repetidos y nadie puede explicar por qué. La incertidumbre sobre el origen de la intoxicación, el miedo a secuelas futuras y la dificultad para que se reconozcan los episodios como accidente laboral generan desgaste físico, emocional y económico en la plantilla afectada.
FAQ: intoxicaciones laborales sin causa clara en centros sanitarios
¿Tiene obligación la empresa de investigar estos episodios?
Sí. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales obliga a evaluar los riesgos, investigar daños para la salud y adoptar medidas cuando se detectan síntomas asociados al trabajo, especialmente si pueden implicar exposición a agentes químicos o cancerígenos.
Si no se conoce el agente tóxico, ¿se puede reconocer accidente laboral?
Que el origen exacto no esté identificado no impide, por sí solo, el reconocimiento. Lo relevante es que los síntomas aparezcan en tiempo y lugar de trabajo y haya indicios razonables de relación con las condiciones laborales. Negar sistemáticamente esa vinculación deja desprotegidos a los trabajadores y puede ser impugnado.
¿Qué pasos puede dar la plantilla si la situación se cronifica?
Registrar todos los incidentes, acudir a los delegados de prevención, exigir informes al servicio de prevención y, si no hay respuesta eficaz, plantear denuncias ante Inspección de Trabajo o incluso acciones judiciales por vulneración del derecho a la integridad física. En caso de exposición a posibles agentes cancerígenos o mutágenos, también cabe apoyarse en la normativa específica que refuerza las obligaciones empresariales de vigilancia de la salud y sustitución de sustancias peligrosas.
Sin causas claras no puede haber tranquilidad
Un año de intoxicaciones sin respuesta en un laboratorio hospitalario no es un problema puntual, es un fallo sistémico de prevención. Mientras las mediciones sigan sin ofrecer una explicación convincente y la plantilla continúe enfermando, será difícil hablar de un entorno de trabajo seguro. La presión sindical, la acción de la Inspección de Trabajo y la transparencia en las investigaciones serán claves para que este caso no termine convertido en una “normalidad tóxica” en la sanidad pública.
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